Extraído del libro Monstruos entre nosotros. Historia y tipología de los asesinos, de Carlos Manuel Cruz Meza.
Los descuartizadores son aquellos asesinos que cortan en pedazos los cuerpos de sus víctimas, vivas o muertas. También se les denomina desmembradores. La finalidad de esta práctica es causar dolor y sufrimiento extremo a las víctimas cuando aún viven, provocándoles además la muerte. Cuando un asesino descuartiza cadáveres, el principal motivo es facilitar el manejo y transporte del cuerpo para deshacerse de él y dificultar su identificación.
Los asesinos antropófagos y los necrófagos lo hacen para guardar la carne de sus víctimas en paquetes y poder comerla después. Los necrófilos se excitan mientras desmiembran un cuerpo y frecuentemente mantienen relaciones sexuales con los cadáveres mutilados, o con partes de los mismos. Los fetichistas guardan partes de los cuerpos como recuerdo. Una parte de ellos gustan de eviscerar. Algunos asesinos realizan cortes precisos y otros son descuidados.
Los destripadores son asesinos que evisceran a sus víctimas, vivas o muertas; por extensión, muchos criminales que utilizan armas blancas para matar, aunque sin eviscerar, son llamados destripadores; en estos casos, el término no está correctamente aplicado. El acto de extraer las vísceras forma parte de un acto ritual, practicado por una amplia gama de asesinos. Algunos experimentan excitación sexual mientras lo hacen y llegan a masturbarse a la vista de los órganos internos o a penetrar las vísceras expuestas. Una variante son los sacamantecas, quienes extraen la grasa y parte de los intestinos de niños, para fabricar pomadas o ungüentos con supuestas propiedades curativas.
Por su parte, los decapitadores son asesinos que cortan la cabeza de sus víctimas, como parte de un ritual sangriento o para comunicar un mensaje. A través de los siglos, muchas culturas han vinculado el poseer la cabeza de un enemigo caído en batalla o de la víctima de sacrificio, con la adquisición de poderes mágicos, de mayor estatus o la obtención de un trofeo, que además puede utilizarse como ornato. El pueblo amazónico de los shuar, más conocidos como jíbaros, acostumbran cercenar la cabeza de sus enemigos para proceder después a reducirlas por medio de un proceso ancestral; estas cabezas sirven como amuletos y se denominan chanchas.
La decapitación también ha sido una forma recurrente de ejecución pública, utilizando para este fin el hacha y la guillotina; a quien decapita en nombre del estado se le denomina verdugo. Durante varios conflictos bélicos, las cabezas de los soldados enemigos fueron puestas en picas, para desmoralizar a los ejércitos rivales. Es también una costumbre entre algunas bandas del crimen organizado, principalmente narcotraficantes; en estos casos, las cabezas son acompañadas de mensajes escritos, que explican la razón por la cual una persona fue decapitada.
De igual forma, grupos extremistas o terroristas usan la decapitación para transmitir mensajes políticos o sociales; en ocasiones, las ejecuciones son filmadas y emitidas con posterioridad. En el caso de los asesinos en serie, algunos acostumbran decapitar para dificultar la identificación de los restos de sus víctimas. Puede darse el caso de que guarden las cabezas como trofeos, que les quiten la carne y solo conserven los cráneos, o que utilicen el cabello y la piel del rostro como pelucas o máscaras.
Algunas decapitaciones célebres incluyen a Juan el Bautista, San Pablo, Vlad Tepes, Ana Bolena, Catherine Howard, Thomas Moro, María Estuardo, Carlos I, Luis XVI, María Antonieta, Maximilien Robespierre, Antoine Lavoisier, Joseph Vacher, Henri Desiré Landrú, Sophie Scholl y Daniel Pearl.
Los acuchilladores o cuchilleros forman también parte de esta clasificación. Acuchillar es herir, mutilar o matar con un arma blanca. Se le denomina así a cualquier asesino que utilice un objeto con filo y/o punta para causar heridas punzantes, cortantes, punzocortantes, punzocontundentes o cortocontundentes en el cuerpo de la víctima.
Los acuchilladores por lo general hunden el arma en el vientre, espalda y cara; y hieren manos y brazos por heridas defensivas. También la usan para desfigurar a sus víctimas; en ocasiones utilizan este mismo objeto para mutilar o desmembrar.
Estos agresores utilizan dagas, puñales, cuchillos de cocina y/o de caza, cutters, bisturís, escalpelos, machetes, cuchillas de afeitar, agujas largas, botellas rotas, trozos de vidrio, espadas cortas o espadines. Según la clase de arma es el término que se utiliza: p. ej., “acuchillan” los que usan cuchillos; “apuñalan” quienes utilizan puñal; “navajean” quienes usan navaja; “machetean” los que utilizan machete.
Simbólicamente, la introducción del objeto punzo cortante en el cuerpo es una penetración ritual y el instrumento utilizado simboliza el falo. Una gran parte de los asesinos usan este tipo de armas. Quienes prefieren utilizar hacha son llamados “hacheros” o “asesinos del hacha”.
Finalmente, los empaquetadores son asesinos que utilizan toda clase de recipientes para guardar los restos de sus víctimas. Los más usados son maletas, bolsas plásticas, cajas, baúles y cofres. La finalidad es ocultar el cuerpo, conservarlo para darle otros usos o transportarlo para deshacerse de él.
En algunos casos, estos paquetes son enviados a través del servicio postal, de agencias de mensajería o de fletes; también pueden ser transportados por el mismo asesino. El cadáver puede ser metido entero o descuartizado para facilitar su manejo. Los asesinos antropófagos empaquetan la carne para guardarla en refrigeradores y comerla con posterioridad.
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