El tema de la conducta criminal, agresiva y antisocial en el hombre es tan antiguo como la historia del hombre mismo. Las causas de esta conducta han sido siempre motivo de fuertes polémicas dividiéndose las opiniones en dos grandes grupos: Los que consideran que las causas están en el medio ambiente en que se desarrolla el individuo (influencias de la educación, familia, entorno, problemas socioeconómicos, etc.) y los que consideran que el sujeto nace ya con ciertas taras genéticas o bien las adquiere posteriormente a causa de una enfermedad. Así podríamos resumir en dos palabras las opiniones: congénitas o adquiridas o como dicen los ingleses "nature or nurture" (naturaleza o educación).
Ya los profetas bíblicos intentaron predecir no sólo los desastres sino también el crimen, determinando quién podría llegar a ser criminal identificable por su glotonería o su intemperancia en la bebida.
La polémica continúa aún en nuestros días, pero ha visto épocas en que se ha reactivado en uno u otro sentido por algún descubrimiento o avance de las Ciencias médicas o biológicas, o por la interpretación por parte de algun investigador de hechos más o menos reales y a veces fantásticos. Tales han sido los casos de LOMBROSO y su escuela que en el siglo pasado puso un hito con su obra "El hombre criminal" o el criminal nato. Las tesis de LOMBROSO y los que le siguieron fuéronse apagando con los nuevos descubrimientos de las Ciencias médicas y hoy son nada más que un recuerdo histórico.
Por su parte GALL y sus discípulos interpretaron la forma del cráneo y las modificaciones de su superficie como íntimamente relacionadas con los caracteres, tendencias, habilidades, etc. del sujeto pretendiendo predecir cuál iba a ser su futuro simplemente por la exploración y palpación del cráneo. Los descubrimientos de la Neurofisiología desvanecieron toda esperanza de sostener aquellas ideas.
Como siempre suele ocurrir, una tendencia distinta surge en determinados momentos de la Historia: a aquellos para quienes la Herencia lo era todo y a aquellos para los que el ejemplo y la educación son las causas de los problemas se unieron los eclécticos que consideran que el término medio es siempre el más acertado por lo que creyeron que ambos factores, el congénito y el adquirido podrían combinarse y dar lugar a la conducta antisocial o en último extremo al crimen. Tal era la opinión del Dr. Court Stern, Profesor de Genética de la Universidad de Berkeley, California, que consideraba como probable respuesta, la asociación de una alteración cromosómica con el medio ambiente en que desarrollaba su vida el individuo.
La polémica más moderna surge a partir de un pequeño trabajo de JACOBS y col. (Nature, 1965), apoyándose en otro anterior de Court Brown (1962). JACOBS realiza un estudio de 197 pacientes de conducta peligrosa recluídos en el State Hospital de Lanarkshire (Escocia), entre los que encontró 7 varones con un cromosoma XYY. Estos reclusos habían sido convictos en 92 ocasiones pero sólo ocho por delitos contra las personas.
Es la época en que BARR ha descubierto en el núcleo de las células, el cuerpo o concentración cromatínica que lleva su nombre (cuerpo de Barr) y que los biólogos, genetistas, médicos, histólogos, se interesan por el sexo cromosómico. Proliferan estos estudios de la cromatina llamada sexual en aquella época. Yo mismo participé en América en esta carrera.
El primer informe sobre un sujeto con 47 cromosomas (uno de ellos XYY) en lugar de los 46 que tienen normalmente las células humanas (23 parejas) es publicado por SANDBERG y col. (Lancet, 2: 48, 1961), pero no lo relacionan con la conducta sino lo toman como una curiosidad biológica. Se trataba de un muchacho de 12 años con ectopia testis y obesidad. Se le trató con gonadotropina coriónica que le hizo descender el testículo derecho hasta la bolsa escrotal.
Posteriormente, muchos investigadores interesados por los trabajos de JACOBS, comienzan a estudiar este tema y hacen encuestas para averiguar el cariotipo de los individuos recluídos en cárceles y hospitales de máxima seguridad con conducta agresiva. En ese cariotipo buscan la existencia de un doble cromosoma Y, el característico del sexo masculino. Un varón normal tiene un sexo cromosómico XY, donde la X corresponde a la mitad de la cromatina de la célula materna y la Y a la mitad de la cromatina paterna. Pero en ciertas ocasiones y sin saber a ciencia cierta por qué razón, no se produce la disyunción, añadiéndose toda la cromatina sexual paterna YY, sin que ésta se haya dividido en dos mitades durante la fase de meiosis celular.
Los estudiosos del tema comienzan a encontrar un elevado número de varones XYY entre los reclusos de penales y manicomios. La mayoría eran violentos, agresivos, peligrosos, de conducta criminal, o eran sencillamente subnormales.
Todo esto condujo a la idea que predomina en los años 60 de que el estudio del cariotipo podría permitir predecir las conductas violentas y el crimen. Y se plantea la gran incógnita y la gran duda: Un criminal con un cromosoma XYY ¿sería responsable de su conducta o bien podría considerarse la existencia de este cromosoma como una condición eximente o al menos atenuante de la culpa? Se plantea el problema de la imputabilidad o inimputabilidad en el delito.
DERSHOWITZ (1976) señalaría que si la población de varones en Estados Unidos era de 110 millones, habría aproximadamente unos 200.000 con cromosomas XYY. Basaba sus cálculos en los estudios estadísticos derivados de las encuestas realizadas en diversos Estados. Sigue opinando que si hay un millón de americanos varones que en algún momento han cometido un crimen violento, 3.200 de ellos según las estadísticas tendrían el cromosoma XYY. Pero predecir que todos los 200.000 llegarían a cometer un crimen violento sería una falsa premisa. Solamente ocurriría en el 1.5 % según sus cálculos.
BORGAONKAR y SHAH (1974) en sus investigaciones habían llegado a la conclusión de que "la frecuencia de conducta antisocial de los varones XYY no es probablemente muy diferente de las de las personas no XYY de la misma clase social y antecedentes".
Estudios comparativos realizados en negros y blancos (HOOK, 1974) demostraron que el porcentaje de XYY en negros era inferior al de los blancos. HOOK que trabajaba en el Departamento de Salud Pública de Nueva York, observó que el cromosoma XYY en recién nacidos se presentaba en el 0.1 % mientras que en reclusos de instituciones penales el porcentaje era de 2 %. También observó que las condiciones adversas del medio en que nacieron los niños no aumentaba el porcentaje de genotipos XYY en recien nacidos.
Todos los autores estuvieron de acuerdo en afirmar que el cromosoma XYY no era hereditario sino que surgía individualmente sin saber la razón de ello.
El Dr. Marco Fraccaro de la Unidad Euratom de la Universiad de Pavía, negaba también que la aparición de un cromosoma XYY tuviera un caracter hereditario. De sus estudios realizados en Suecia en colaboración con el Dr. J.LINDSTEN del Karolinska Hospital de Estocolmo, deduce que la combinación anómala se produce durante la fase de meiosis, sin ninguna relación con los antecedentes familiares. Toda la cromatina del espermatozoide se combina con la mitad de la cromatina del óvulo materno. A veces ocurre que tampoco la dos X maternas se separan y entonces se producen embriones con la fórmula genética XXY (síndrome de Klinefelter). En el simposio sobre aberraciones cromosómicas que tuvo lugar durante el XII Congreso Internacional de Genética señaló FRACCARO que "no se conoce ningún caso de varón XYY que haya transmitido este mismo defecto a un hijo suyo". Como detalle curioso cita la existencia del King Size Club de Estocolmo, organización muy exclusiva que sólo admite en su seno a hombres de excepcional estatura. En un estudio realizado entre estos hombres de elevadas tallas, se encontraron sólo dos casos de cariotipo con cromosoma XYY. Ninguno de ellos había tenido nunca problemas con la Justicia ni antecedentes de historia antisocial alguna.
Algunos autores consideraban que los sujetos XYY y otras anormalidades cromosómicas eran más frecuentes en grupos deprimidos socioculturalmente. Algunas de las encuestas permitieron determinar que no todos los casos XYY presentan desviaciones de la conducta ya que hay muchos que son normales y no han tenido problemas con la Justicia.
La incidencia en un grupo de 30.000 niños estudiados en varias partes del mundo, fué de 27 XYY identificados lo que supone un 1 por 1.000 de varones XYY. La incidencia en establecimientos penales fué cuatro veces mayor (1: 225) mientras que en establecimientos para enfermos mentales fué mucho mayor (3-4 %) (HOOK, 1975).
Una de las más fuertes polémicas que produjo el tema fué motivada por la encuesta realizada por los Drs. Standley WALZER y Park S. GERALD en el Boston Hospital for Women dependiente de la Universidad de Harvard (1968). Estos investigadores determinaron el cariotipo y la clase social paterna de 10.348 recien nacidos. No hallaron diferencia significativa en la clase social paterna asociada con la aparición de cariotipo con XYY y XXY. Esto para los autores demostraba que los factores socioeconómicos no afectaban a la frecuencia de las anomalías cromosómicas y lo mismo señalan que ocurrió en las encuestas realizadas en Escocia. Consideran WALZER y GERALD que los sujetos XYY tienen una "enfermedad" y que los niños que la "padecen" deben ser sometidos a vigilancia y tratamiento médico como se haría en cualquier otra enfermedad. Se presentaba un caso por cada 1.000 nacimientos, tanto como el Síndrome de Down (mongolismo). La indicencia de XXY fué tan alta como las de los XYY y creían los autores que ambos grupos podían ser ayudados psicológicamente para orientar su conducta.
CASEY y col. (J.Ment. Def. 16:215,1973) tampoco vieron diferencias en relación con la clase social y la frecuencia de los cariotipos con 47,XXY y 47,XYY.
Estudios realizados por RATCLIFFE y EVANS del Western General Hospital de Edinburgo, así como los de MACLEAN y col. en 20.725 infantes y posteriormente en otro grupo de 11.680 recien nacidos, encontraron 69 niños con anormalidades cromosómicas sexuales. Tampoco hallaron relación con el factor socioeconómico.
Por el contrario BECKWITH y KING, del Massachusetts Institute of Technology (New Scientist 64:474, 1974) iniciaron una fuerte campaña contra WALZER y GERALD, insistiendo en que el porcentaje de XYY estaba aumentado en los grupos socioeconómicos más bajos, lo que atribuían a hiponutrición.
Un grupo de abogados dirigidos por estos autores señalaron que el estudio no era ético y que además "estigmatizaba" a los niños etiquetados de tener un cariotipo XYY.
Se estudió el caso en la Universidad de Harvard y la Facultad de Medicina votó que se aprobara y continuara el estudio por 200 votos contra 30. Sin embargo WALZER que venía siguiendo el desarrollo de la conducta de más de 40 niños con cariotipo 47,XXY y 47,XYY entresacados de su estudio, deprimido por los ataques de aquellos grupos, decidió simplemente no seguir adelante al ver que le hacían la vida imposible con diversas acciones legales que pusieron en marcha contra él.
WALZER insistía en que hablar de un "cromosoma del crimen" como se había expresado en diversas noticias de Prensa no tenía sentido, pero creía que había indicios claros de que algunos varones XYY tenían problemas en la lectura y el aprendizaje escolar, así como algunas dificultades en su conducta. El consideraba que siguiendo la evolución de estos niños podrían ser ayudados al identificar tempranamente sus problemas.
BECKWITH se hizo muy impopular por la virulencia de sus ataques a estos programas y por los problemas que ocasionó su actitud. Había calificado de "mito peligroso" al llamado síndrome XYY y consideraba que los problemas que creaban estas encuestas eran mayores que las ventajas que podían reportar. Los problemas surgían, según su criterio, en los padres al saber que tenían un hijo XYY, lo que les traumatizaba y hacía que su conducta con el hijo pudiera ser precisamente la desencadenante del problema que se trataba de prevenir.
El Dr. RAZAVI en un estudio de cariotipos en muestras de piel y sangre tomadas en 83 varones en el Bridgwater Treatment Center for Sexual Offenders de Massachusetts, encontró el cromosoma XYY en una proporción 35 veces mayor que en la población general.
Por su parte el Dr. KESSLER (Arch. of Neurol. 30:1) halló que una proporción considerable de varones XYY hallados en cárceles u hospitales penitenciarios de máxima seguridad, proceden de familias con una historia de criminalidad y diferentes problemas psicosociales al mismo tiempo que niveles socioeconómicos muy bajos.
En España, la Dra. A. QUINTANA realizando cariotipos en el Departamento de Genética de la Fundación Jiménez Díaz y en la población penal de la Prisión de Carabanchel, encuentra tres casos de cariotipo 47,XYY con elevada estatura, retraso psíquico, agresividad (uno de ellos violento) y alteraciones somáticas tales como sindactilia, micrognatia y asimetría facial. En las historias clínicas tenían en común la edad avanzada de los padres en el momento de la procreación, lo que interpreta como causa probable de la no disyunción del cromosoma, fenómeno que seguramente se produce durante la meiosis en las primeras etapas de la división celular del óvulo fecunado o zigoto.
El estudio psicológico y psiquiátrico llevado a cabo por E. ZEUTHEN y sus colaboradores en el Departamento de Psicología Clínica del Hospital del Estado de Risskov (Dinamarca), en varones XYY hallados en una población no penal, pudo demostrar que estos sujetos presentaban un nivel intelectual dentro de los límites normales, pero con un I.Q. (cociente de inteligencia) y nivel educativo menor del que se podía esperar. Se caracterizaba por inmadurez manifestada en forma de pasividad, irreflexión, labilidad emocional, necesidad de contacto social, identificación varonil insegura y mecanismos de defensa débiles. La presencia y grado de estas características variaba, pero fué evidente que los factores ambientales eran los mismos que actuaban sobre sus hermanos no XYY. Todos aprovechaban menos en sus tareas escolares que sus hermanos. Dos de los cinco casos estudiados tenían antecedentes penales.
Por: Cleo
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