El término “trata de blancas” se usaba a finales del siglo XIX y hacía hincapié en las mujeres europeas que eran llevadas con fines de explotación sexual a países de Europa, Asia y África, ya que eran únicamente mujeres blancas. Pero ahora cambió de nombre, porque es “tráfico de personas”: mujeres, hombres, niños, que son buscados, elegidos y captados o secuestrados. Los trasladan hacia los centros de prostitución en contra de su voluntad, con el objetivo bien claro de comerciar con ellos. Desaparecen, nadie los encuentra, no tiene documentos porque se los sacan, están encerrados, aislados, torturados, incomunicados y/o asesinados.La trata de blancas existe porque existen consumidores. Sin consumidores no habría trata de blancas. No estamos en contra de la prostituta y de su cliente que libremente contrata el servicio, porque eso forma parte del libre albedrío de cada uno, sino de la prostitución forzada o servidumbre sexual implicada en la trata de blancas.
En términos económicos la trata de blancas se encuentra casi a la altura del tráfico de armas y el tráfico de drogas. En lo que se refiere a la prostitución infantil, una niña, dependiendo de su juventud y belleza, puede reportarle al proxeneta alrededor de 13.000 dólares por mes, o algo así como 130.000 dólares anuales. Hay proxenetas que regentan hasta 30 chicas, lo que les significaría una entrada aproximada de 400.000 dólares mensuales.
Una vez secuestrada, si la víctima se niega a ser explotada comienza un maltrato sistemático –torturas, violaciones, drogas– hasta que accede, lo que ocurre tarde o temprano al comprobar que no tiene salida.
La tragedia de la trata de blancas es que es prácticamente imposible de combatir en razón de la clandestinidad del negocio, en el que en muchos casos están involucradass las mismas autoridades que deberían combatirla. A esto se le suma el hecho de que las mujeres sometidas se muestran renuentes a denunciar a los proxenetas porque han sido amenazadas, incluso con daño a sus seres queridos. Si ante una denuncia sobre un sitio que estaría funcionando como prostíbulo se efectúa un allanamiento, las víctimas, bien “entrenadas” para eso, arguyen trabajar de camareras. El temor a las represalias paradójicamente las impulsa a defender a sus victimarios.
Ninguna de las terapias tradicionales puede solucionarles a las víctimas de la esclavitud sexual que han logrado liberarse los trastornos físicos y mentales que les han provocado las terribles circunstancias vividas, porque no basta la charla –o la charlatanería si se prefiere– para erradicar los engramas implantados en sus mentes reactivas.
La técnica para eliminar los engramas de la mente reactiva y restaurar la salud ha sido desarrollada por L. Ronald Hubbard y plasmada en Dianética y Cienciología. A su vez, las técnicas de Psicointegración y Psicoauditación desarrolladas por el profesor Jorge Olguín las complementan. Mientras la primera equilibra la mente, la segunda elimina los engramas de esta vida y de las vidas anteriores, circunstancias éstas que la transforma en la técnica más elevada para lograr la salud mental que haya sido desarrollada en el planeta Tierra.
La técnica de Psicoauditación es ideal para las víctimas de la prostitución infantil, porque la auditación de Dianética o de Cienciología requieren la colaboración de la persona tratada, y en cambio la primera no, porque la auditación se realiza directamente con el 90 % de espíritu no encarnado. Por otra parte, Dianética y Cienciología no auditan vidas anteriores y en cambio Psicoauditación sí, lo que la transforma en una técnica más completa.
Se puede definir como la violación de los derechos fundamentales de los niños y las niñas. Comprende el abuso sexual por parte de un adulto y el pago que éste realiza, con dinero o con especie, al propio niño o niña o a terceras personas. Estos niños o niñas son tratados como objetos sexuales y comerciales. La explotación sexual comercial de la infancia constituye una forma de coerción y de violencia contra ésta y representa, junto con el trabajo infantil, una de las peores formas contemporáneas de esclavitud.
Hoy en día, a pesar de la escasez de información y estadísticas existentes, se calcula que existen más de dos millones de menores explotados sexualmente, en el sudeste asiático y América Latina, principalmente de sexo femenino.
Una vez introducido en el mercado del sexo, el menor tiene cada vez mayores problemas para encontrar fuentes de ingreso alternativas, ya que la falta de una formación adecuada, las posibles enfermedades contraídas o el estigma social que implica haber trabajado en el comercio sexual suponen grandes obstáculos parareinsertarse en la sociedad con un trabajo digno.
Esta lacra se ve favorecida no sólo por los clientes procedentes de los conocidos como “paraísos del sexo” sino también por el denominado turismo sexual. En el año 1980, diferentes organizaciones no gubernamentales internacionales comenzaron a utilizar este término para denunciar el tipo de turismo que se estaba desarrollando, principalmente en el sudeste asiático y América Latina, y que promocionaba valores como el hedonismo y el ejercicio de actividades relacionadas con el sexo. Desde entonces, el turismo sexual ha crecido tan rápidamente que ha llegado a convertirse en un negocio lucrativo en el que están involucradas miles de personas. Anualmente, supone una fuerte contribución al empleo y una importante entrada de ingresos en los países donde se desarrolla. Incluso las diferentes autoridades gubernamentales reciben beneficios económicos: unas veces legales, derivados de tasas de licencia e impuestos con los que se gravan hoteles, bares, restaurantes y casas de juego; y otras veces, ilegales, procedentes de sobornos. Pero este beneficio sólo es efectivo a corto plazo, ya que si se permite que parte de la población infantil sufra toda clase de abusos y explotación, ésta verá hipotecado su futuro por falta de formación, oportunidades... lo que a largo plazo repercutirá en el bienestar y la economía del país.
El término “trata de blancas” se usaba a finales del siglo XIX y hacía hincapié en las mujeres europeas que eran llevadas con fines de explotación sexual a países de Europa, Asia y África, ya que eran únicamente mujeres blancas. Pero ahora cambió de nombre, porque es “tráfico de personas”: mujeres, hombres, niños, que son buscados, elegidos y captados o secuestrados. Los trasladan hacia los centros de prostitución en contra de su voluntad, con el objetivo bien claro de comerciar con ellos. Desaparecen, nadie los encuentra, no tiene documentos porque se los sacan, están encerrados, aislados, torturados, incomunicados y/o asesinados.
La trata de blancas existe porque existen consumidores. Sin consumidores no habría trata de blancas. No estamos en contra de la prostituta y de su cliente que libremente contrata el servicio, porque eso forma parte del libre albedrío de cada uno, sino de la prostitución forzada o servidumbre sexual implicada en la trata de blancas.
En términos económicos la trata de blancas se encuentra casi a la altura del tráfico de armas y el tráfico de drogas. En lo que se refiere a la prostitución infantil, una niña, dependiendo de su juventud y belleza, puede reportarle al proxeneta alrededor de 13.000 dólares por mes, o algo así como 130.000 dólares anuales. Hay proxenetas que regentan hasta 30 chicas, lo que les significaría una entrada aproximada de 400.000 dólares mensuales.
Una vez secuestrada, si la víctima se niega a ser explotada comienza un maltrato sistemático –torturas, violaciones, drogas– hasta que accede, lo que ocurre tarde o temprano al comprobar que no tiene salida.
La tragedia de la trata de blancas es que es prácticamente imposible de combatir en razón de la clandestinidad del negocio, en el que en muchos casos están involucradass las mismas autoridades que deberían combatirla. A esto se le suma el hecho de que las mujeres sometidas se muestran renuentes a denunciar a los proxenetas porque han sido amenazadas, incluso con daño a sus seres queridos. Si ante una denuncia sobre un sitio que estaría funcionando como prostíbulo se efectúa un allanamiento, las víctimas, bien “entrenadas” para eso, arguyen trabajar de camareras. El temor a las represalias paradójicamente las impulsa a defender a sus victimarios.
Ninguna de las terapias tradicionales puede solucionarles a las víctimas de la esclavitud sexual que han logrado liberarse los trastornos físicos y mentales que les han provocado las terribles circunstancias vividas, porque no basta la charla –o la charlatanería si se prefiere– para erradicar los engramas implantados en sus mentes reactivas.
HORACIO VELMONT
La técnica para eliminar los engramas de la mente reactiva y restaurar la salud ha sido desarrollada por L. Ronald Hubbard y plasmada en Dianética y Cienciología. A su vez, las técnicas de Psicointegración y Psicoauditación desarrolladas por el profesor Jorge Olguín las complementan. Mientras la primera equilibra la mente, la segunda elimina los engramas de esta vida y de las vidas anteriores, circunstancias éstas que la transforma en la técnica más elevada para lograr la salud mental que haya sido desarrollada en el planeta Tierra.
JORGE OLGUÍN
La técnica de Psicoauditación es ideal para las víctimas de la prostitución infantil, porque la auditación de Dianética o de Cienciología requieren la colaboración de la persona tratada, y en cambio la primera no, porque la auditación se realiza directamente con el 90 % de espíritu no encarnado. Por otra parte, Dianética y Cienciología no auditan vidas anteriores y en cambio Psicoauditación sí, lo que la transforma en una técnica más completa.
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