Son individuos que transgreden los tiempos y espacios de su víctima, imponiendo su presencia, atemorizando, amenazando o presionándola para obtener alguna finalidad, generalmente de orden laboral, social o sexual. Los acosadores con frecuencia presentan desórdenes emocionales, son narcisistas y egocéntricos, y los obsesiona el ejercicio del poder. Los niveles de agresión e intimidación son variables, y van desde comentarios molestos o insinuaciones, espiar a su víctima, seguirla por la calle, llamarla por teléfono, mandarle cartas o mensajes SMS, enviarle regalos, propagar rumores, hasta cometer actos de violencia física.
Un acosador busca acercarse a su víctima aunque ésta lo rechace o ignore, no se detiene ni siquiera ante mandamientos judiciales o la posibilidad de ser arrestado o agredido, y se obsesiona con su objetivo. El grado de acoso va siempre en aumento y muchas víctimas terminan cediendo ante su perseguidor, huyendo o suicidándose. Cuando el acosador se desespera, llega a cometer actos de violencia como agresiones a golpes, allanamiento de morada, violación u homicidio.
Casi siempre son solitarios, pero a veces se presentan casos de acoso en grupo al que se denomina mobbing. Una variante es el bullying o acoso escolar, en el cual uno o varios estudiantes son acosados e intimidados por sus compañeros de escuela, a veces con la complicidad o indiferencia de sus maestros.
Otras formas son el acoso moral (ejercer violencia psicológica y presión contra una persona sobre la cual se tiene ascendente o influencia, como un familiar, para obligarlo a realizar determinados actos); el acoso laboral (se da en el sitio de trabajo, por lo general de un jefe hacia un subordinado o de un compañero hacia otro); el acoso institucional (ocurre cuando una institución acosa a un particular, p.ej., un banco que exige el pago de una deuda); el acoso inmobiliario (lo ejerce una institución que trata de obligar a un ciudadano a vender o desocupar una propiedad); el acoso vecinal (se da cuando un vecino o grupo de vecinos acosan a un ciudadano, para orillarlo a que se cambie de domicilio); el acoso político (se realiza contra los integrantes o simpatizantes de un grupo político diferente al del acosador); el acoso ideológico (consiste en presionar, descalificar, ridiculizar o agredir a quien ostenta ideas o creencias diferentes o contrarias a las del acosador); el acoso gremial (se manifiesta entre un grupo laboral en contra de un miembro que ejerce el mismo trabajo u oficio); y el ciberacoso (aquel que se realiza a través de Internet, y casi siempre posee una connotación sexual o desemboca en amenazas, la mayor parte de las veces, anónimas).
Los acosadores son grafómanos (pueden escribir y enviar docenas de cartas muy extensas, de manera continua, durante meses o años enteros), casi siempre están desempleados, estudian o trabajan en el mismo lugar que su víctima, la conocen de antemano, son solteros o separados, y sus pensamientos y acciones giran en torno al objeto de su obsesión. También son mitómanos y frecuentemente fantasean con que sus deseos son correspondidos por la persona a quien acosan. Mienten con facilidad y cuando se dan cuenta de que no podrán poseer a su víctima, la agreden y llegan a asesinarla.
Se reconocen tres fases en este proceso: durante la primera, el contacto entre víctima y victimario es limitado; se le conoce como acecho. En la segunda fase, el contacto es explícito y se busca un acercamiento molesto, pero inocuo; se le llama acoso. La tercera fase implica violencia verbal, física y psicológica; se le denomina hostigamiento.
El asesino acosador puede matar a otras personas que se encuentren cerca de su víctima, física o emocionalmente (cónyuges, hermanos, padres o hijos). Muchos de ellos continúan el desarrollo de su fantasía inclusive en prisión, o se suicidan después de matar.
Por: Cèsar Machado Santiago
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