El canibalismo es el acto o la práctica de alimentarse de miembros de la propia especie. El término se aplica a cualquier animal, aunque se suele emplear el término caníbal para referirse al ser humano que se alimenta o come a otro ser humano antropofagia.
Se trata una práctica socialmente rechazada y legalmente sancionada, los casos particulares en sociedades occidentales, actualmente se relacionan con situaciones extremas de hambre, criminales o personas con profundos problemas psicológicos.
La antropofagia ha sido practicada con fines rituales, de supervivencia o como un acto criminal. Los asesinos antropófagos han existido en diversos países y en diferentes épocas; por lo general, comen partes del cadáver después de asesinar a alguien.
Los métodos que utilizan son muy variados. Unos mordisquean partes del cuerpo de sus víctimas, arrancándoselas con los dientes; otros cortan trozos de carne y la degluten cruda; algunos más cocinan pedazos completos para comérselos. Muchos de ellos empaquetan y guardan la carne para consumirla en ocasiones posteriores. Hay los que ingieren también las vísceras y los órganos internos.
La antropofagia está relacionada con un deseo de asimilar y poseer al otro, convirtiéndolo en una parte del cuerpo del victimario. También se le asocia con la fijación oral y la sexualidad buco genital, ya que muchos asesinos prefieren comerse los órganos sexuales.
En una variante de la antropofagia, las víctimas permanecen vivas mientras son devoradas, e inclusive pueden comerse partes de su propio cuerpo, por voluntad propia u obligada por sus captores.
Los carniceros y cocineros asesinos se distinguen por su habilidad para desmembrar cuerpos humanos. Esto provoca que algunos investigadores aseguren que se trata de asesinos con ciertos conocimientos anatómicos, probablemente médicos o carniceros. A lo largo de la historia, destazadores y vendedores de carne han utilizado los restos de sus víctimas para comerciar con ellos, haciéndolos pasar por carne de res, venado o cerdo. Una variante de estos asesinos ha cocinado platillos con los cadáveres, mismos que después venden.
Cuando los españoles llegaron a México ya estaban acostumbrados a las muestras de crueldad y a los derramamientos de sangre, pero no estaban totalmente preparados para lo que encontraron en México.
Era una religión cuyo arte, arquitectura y ritual estaban profundamente dominados por la violencia, la corrupción, la muerte y la enfermedad. En ningún otro sitio los muros y las plazas de los grandes templos y los palacios estaban reservados para una exhibición tan concentrada de mandíbulas, colmillos, manos, garras, huesos y cráneos boquiabiertos.
En Sudamérica hay pruebas de un canibalismo tanto gastronómico como ritual, incluso muchas veces se utilizaba para estrechar lazos de unión entre los comensales.
En Australia, en cambio, se dieron condiciones de extrema escasez de alimentos, dando lugar a frecuentes casos de endocanibalismo; esto es, que en ocasiones las madres se comían junto a sus hijos, al bebé que acababa de dar a luz.
En Centroamérica, el canibalismo ritual era un privilegio destinado a unos pocos, entre ellos los guerreros tequihua que ostentaban este dudoso “honor”. Los niños y cautivos eran desplazados y se repartían su captura ( un máximo de seis) entre los nobles y los dirigentes de la guerra.
Los informes de canibalismo en Egipto, la India y China están relacionados con la preparación de platos exóticos para los paladares hastiados de la clase alta, o con las hambrunas, cuando los pobres se comían entre sí para sobrevivir.
En la Europa postro maná el canibalismo era tenido por un delito tan grande que sólo las brujas, los hombres-lobo, los vampiros y los judíos eran considerados capaces de practicarlo.
Desde Brasil hasta los Grandes Llanos, las sociedades indoamericanas sacrificaban ritualmente víctimas humanas con el fin de lograr determinado tipo de beneficios.
Las teorías de Freud que analizan la interpretación de estos rituales sostienen que la tortura, el sacrificio y el canibalismo se tornan inteligibles como expresiones de instintos de amor y agresividad. El canibalismo es la forma fundamental de la agresividad humana porque supone un compromiso entre amar a la víctima en forma de comerla y matarla porque nos frustra. Tal proceder explicaría por qué las víctimas son tratadas con gran amabilidad antes de iniciar su tortura.
En ocasiones, ya no solo sacrificaban por venerar a los dioses si no que también lo hacían por conseguir un status y una recompensa final. Para esto llevaban piezas del enemigo para probar el cómputo de cuerpos que les permitía reivindicar tales recompensas sociales y materiales y la valentía demostrada durante el combate. De aquí surge la extendida costumbre de llevar cabezas y cueros cabelludos en lugar del cautivo entero y vivo.
Torturar a un pobre cautivo significa matar a mil enemigos, la tortura es un espectáculo, forma parte de la naturaleza humana prestar una atención fija a visiones y sonidos excepcionales como la sangre que mana de las heridas, los gritos agudos y los aullidos. Los antepasados o los dioses bélicos se sienten satisfechos por la tortura y muerte de un prisionero.
También cabe la posibilidad de la existencia de motivaciones psicológicas ambivalentes como las engendradas por el complejo de Edipo en las sociedades militaristas basadas en el complejo de supremacía masculina.
Los aztecas transformaron el sacrificio humano de resultado ocasional de la suerte en el campo de batalla en rutina en la cual no pasaba un día sin que alguien no fuera tendido en los altares de los grandes templos.
Las explicaciones tradicionales de la gran escala de esta matanza describen a los aztecas como un pueblo obsesionado por la idea de que sus dioses necesitaban beber sangre humana y, en consecuencia, procedían piadosamente a practicar la guerra con el propósito de cumplir con su sagrado deber. La guerra no era, sencillamente, un instrumento político: se trataba, sobre todo, de un rito religioso, de una guerra santa. Sólo los aztecas consideraron que era santo ir a la guerra con el fin de practicar enormes cantidades de sacrificios humanos.
Otra de las motivaciones que se le atribuye a dichos sacrificios humanos se trata de un sistema para regular el crecimiento demográfico. Pero esta teoría también tiene sus defectos puesto que casi todos los muertos por combate y las víctimas sacrificadas eran hombres. Si los aztecas hubiesen estado sistemáticamente decididos a reducir la tasa de crecimiento demográfico, se habrían dedicado a sacrificar doncellas y a sus enemigos en lugar de hombres adultos.
También se sostiene la teoría de los agotamientos específicos del ecosistema mesoamericano bajo el impacto de siglos de intensificación y de crecimiento demográfico, como en los costos y beneficios de utilizar la carne humana como fuente de proteínas animales a falta de opciones más baratas. Al final del período glacial Mesoamérica quedó en un estado de agotamiento más grave que cualquier otra región en lo que se refiere a recursos animales. El crecimiento constante de la población y la intensificación de la producción, bajo la influencia coactiva de la administración de los imperios clásicos de las tierras altas, eliminaron virtualmente la carne animal de la dieta de las personas comunes. Aunque el maíz y las judías podían suministrar, consumidas en cantidades suficientes, todos los aminoácidos esenciales, las reiteradas crisis de producción a lo largo del siglo xv determinaron que las raciones proteínicas quedaran reducidas con frecuencia a niveles que habrían justificado biológicamente un poderoso anhelo de carne. Siempre había escasez de todo tipo de grasas.
Más tarde, la disponibilidad de especies animales domesticadas desempeñó un papel importante en la prohibición del canibalismo y en el desarrollo de religiones de amor y misericordia en los estados e imperios del Viejo Mundo.
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